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           La clase dirigente que acompaña el proceso de modernización en el que el progreso económico y la organización política provocan el surgimiento de una nueva sociedad, es la denominada Generación del ’80.

            

         La idea de progreso en el campo social  generan una visión optimista del futuro humano. Esta visión, propia del positivismo requiere para su realización eliminar los obstáculos que, para los hombres del ’80, son principalmente la tradición tanto indígena como hispánica y la falta de educación al estilo europeo.

 

         La Argentina se integra a la economía europea y al mercado mundial como compradora de manufacturas y proveedora de materias primas. Aunque las vacas son más pesadas, la balanza comercial siempre nos será desfavorable.

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         Los hombres de esta generación se caracterizaron por compartir muchos de los pensamientos como el de que sólo la clase letrada es la poseedora del derecho a conducir el país 

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            En 1874 surgió el Partido Autonomista Nacional (PAN), una agrupación política que incorporó a las elites (grupo reducido integrado por las personas con mayor poder en cada provincia) para intentar generar un diálogo entre las distintas provincias y terminar con las discordias y los enfrentamientos constantes.               

         

          Cuando en 1880 Julio Argentino Roca gana la presidencia, el PAN se convierte en la principal fuerza política del país no era un partido como los actuales ya que no tenía un programa partidario ni una organización estable. De hecho, lo integraba un grupo minoritario de personas que se autodenominaban “los notables” o “los patricios” que tenían poder político, riquezas y prestigio social.

 

        Ellos estaban convencidos que eran los únicos capacitados para gobernar y administrar el país e impulsar su progreso. Esta minoría, entonces fue denominada “oligarquía” (palabra que significa “gobierno de pocos”), ya que no permitía que otras personas participaran del poder. Pero… ¿Cómo hacían para retener el poder? La respuesta es muy sencilla, recurrían al fraude, es decir, hacían trampa para ganar las elecciones. En aquella época no se votaba como ahora. El voto no era obligatorio, había que inscribirse en un registro electoral que muchas veces era adulterado y figuraban personas que votaban con distintos nombres en más de una oportunidad. Además el voto tampoco era secreto sino que había de decirlo frente a los que presidían las mesas, y muchas veces obligaban a la gente a votar por el partido oficialista. Con este sistema lograron repartirse los distintos cargos de gobierno entre 1880 y 1910.

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Cuadernillos unidad 4

Generación del ´80

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