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UNA DEMOCRACIA RESTINGIDA

Caras y Caretas fue un conocido semanario argentino que retrató todo un periodo histórico. Se publicó entre 1898 y 1941. Hubo una versión anterior publicada en Uruguay entre 1890 y 1897 y dos versiones posteriores con el mismo nombre, en 1982 y en 2005.

      La Constitución Nacional, sancionada en 1853 y reformada en 1860, establecía que la Argentina era una república representativa. Es decir, que sus gobernantes debían ser elegidos en forma democrática por el voto de los ciudadanos.

Pero esa democracia era diferente de la actual y, de hecho, solo unos pocos participaban efectivamente: se trataba de una democracia restringida.

     La palabra restringida significa “circunscripta, reducida a menores límites y lo que estaba limitado en esa democracia era, fundamentalmente, la participación de la oposición. Veamos por qué.

 

     Si pudiéramos viajar en el tiempo y observar un acto electoral de fines del siglo XIX lo primero que nos llamaría la atención sería la ausencia de mujeres, ya que ellas no gozaban del derecho al voto.

 

     Pero esta no era una particularidad argentina, sino era la noma en todo el mundo: el primer país en establecer el voto femenino fue Nueva Zelanda, en 1893, y los otros precursores –como Australia, Finlandia y Noruega- lo hicieron en las primeras dos décadas del siglo XX. Durante la época de los gobiernos radicales, un periodo que nadie considera como de democracia restringida, las mueres tampoco votaban.

A diferencia de otros países, en la Argentina los varones adultos nativos o nacionalizados no tenían significativas restricciones para votar: no se exigía una determinada renta y ni siquiera estar alfabetizado. En ese sentido, el voto era universal, tal como se entendía universal esos años.

Los extranjeros no votaban, a menos que se nacionalizaran, cosa que aunque no tenía mayores complicaciones, no era lo habitual. Y como los inmigrantes eran tantos lo cierto es que las autoridades resultaban elegidas sin que participara una proporción muy importante de la población. Con los hijos de estos inmigrantes, nacidos ya en el país, la situación iba a ser completamente diferente.

ā€‹El voto era entones universal, y considerado un derecho de todos los varones nativos o naturalizados adultos. El problema era la forma que adoptaba el voto y el modo en que se organizaban los comicios.

     El voto no era secreto –como lo fue a partir de la Ley Sáenz Peña-, sino contado. Come el voto se emitía en voz alta y a la vista de todos, los votantes podían ser presionados – sentirse presionados- por los presentes en el acto electoral.

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     El voto no era obligatorio, sino optativo. Para poder votar en las elecciones era necesario inscribirse en u n registro electoral, y se hacían trampas (fraude) al confeccionar esos registros. Por ejemplo, se anotaban en ellos a personas que no vivían en  el lugar y que podían así votar dos veces (en su lugar de origen y en el lugar donde se había hecho trampa). Por supuesto que esas personas simpatizaban con las ideas del partido del gobierno.

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Fuente: Ciencias Sociales 6 - Editorial Estrada - Cap. 9 - pags. 134/5

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